Uno de los espacios protegidos más bellos e imponentes de los que podemos encontrar en la península es, sin ninguna duda, el Parque Nacional de Aigüestortes i Llac de Sant Maurici, que pertenece a la comunidad catalana.
El Parque se ubica en pleno corazón de los Pirineos, en la provincia de Lleida, extendiéndose por cuatro de sus más atractivas comarcas, el Pallars Jussà, el Pallars Sobirà, la Alta Ribagorza y el Valle de Arán, ocupando una extensión de más de 14.000 Hectáreas.
Su paisaje es genuinamente de alta montaña, con bosques de abetos y de pinos negros, prados alpinos, tarteras y lagos de origen glaciar, torrentes y atractivas cascadas. Los parajes que encontraremos son majestuosos, todo un paraíso para los amantes de la naturaleza, de los bellos escenarios y de la montaña. Los elementos que forman parte de él se combinan con una total armonía, mostrándose como un conjunto espectacular, con cimas que superan los 3000 metros de altura junto a ríos con aguas frías y nítidas, frondosos bosques y abruptos cortantes, verdes praderas y profundos lagos de azules aguas.
El agua adquiere un gran protagonismo en los escenarios del Parque, que, además de un buen número de ríos que lo cruzan, como el Garona, el de la Noguera de Tor, el Noguera Pallaresa, el Noguera Ribagorzana o el río de la Bonaigua, cuenta con más de 200 lagos, siendo muy considerable la profundidad que alcanzan algunos de ellos, sobre todo aquéllos que están ubicados a una mayor altitud, los cuales se caracterizan por su color azul oscuro. Ejemplos de ellos son el Lago Negre de Peguera y el Lago de Contraix.
Mención aparte merece el Lago de Sant Maurici, alimentado por las aguas de los afluentes del río Noguera Pallaressa, y que conforma uno de los parajes más atractivos de este espacio protegido. El escenario no puede ser más sublime, irguiéndose majestuosamente, detrás del lago, el pico más emblemático posiblemente de la comunidad catalana, Els Encantats, que refleja nítidamente su imagen en las transparentes aguas del lago. Esta cima, de roca calcárea, está fragmentada, y dice la leyenda que cada una de sus mitades es la silueta de uno de los dos cazadores que llegaron a estas montañas para cazar isards, un animal parecido al ciervo, del que quedan pocos ejemplares, siendo el Pirineo uno de los pocos lugares en los que se pueden ver aún. Los cazadores fueron castigados por alguna fuerza misteriosa por lo que pretendían hacer, y quedaron convertidos en dichas siluetas de roca calcárea. A ello se debe el nombre del pico, “los encantados”.
A 5 minutos del lago hay un mirador al que no deberíamos dejar de acercarnos, ya que desde él vamos a poder disfrutar de unas maravillosas vistas del Parque. También hallaremos muy cerca la Ermita de Sant Maurici, así como otro destacable lago, el Lago de la Ratera, y un ejemplar monumental de pino, conocido con el nombre de Pino de Amitges.
Otro de los lagos de los más conocidos del Parque es el Lago Negro, a una gran altitud, ubicado entre oscuras paredes de granito, en las cuales podremos observar clavan sus raíces algunos pinos negros, que asombran por el hecho de poder sobrevivir en estas alturas, ya que imperan unas temperaturas muy bajas y un clima de una gran dureza.
De los valles que encontraremos en el Parque destacan, de manera especial, dos de ellos. Uno es el valle del río San Nicolás, lleno de prados y por el que discurre dicho río formando unos meandros que son los que han dado nombre al parque, aigüestortes, que en castellano significa “aguas torcidas”. El segundo es el valle del río Escrita, que es la zona en la que se encuentra el Lago de Sant Maurici.
La vegetación del Parque es de una gran riqueza, y como es lógico va variando a medida que se va subiendo hacia zonas más altas. Así, en las zonas más bajas encontraremos bosques de robles, hayas, avellanos y semejantes, mientras que, a partir de los 1500 metros podremos ver ya pinos negros, rododendros o arándanos, así como bosques de abetos. Una vez sobrepasados los 2300 metros ya no hallaremos bosques, y en su lugar veremos especies pertenecientes a la alta montaña, como la genciana alpina.
En cuanto a la fauna, se caracteriza en este lugar porque no es fácil de ver, aunque con paciencia y suerte se consigue. Es de una gran riqueza, pudiendo destacar entre sus aves, entre otras muchas especies, el águila real o el buitre leonado. Entre sus mamíferos son muy representativos el jabalí o el corzo, y entre los anfibios el tritón pirenaico. También debemos mencionar la abundancia de truchas que se encuentran en sus lagos.
Foto Vía: Flickr
En la época de verano, podremos ver el parque lleno de senderistas, ya que el lugar ofrece un gran número de rutas, todas ellas con destinos a rincones bellísimos. También es un entorno ideal para la práctica de otros deportes como la escalada o el alpinismo. Y, en invierno, otros como el esquí de travesía o las raquetas de nieve.
No podemos dejar de destacar el importante patrimonio cultural que se encuentra esparcido por el Parque, en lo que se refiere a edificaciones del medioevo, de estilo románico. Un gran número de ermitas, monasterios y otras construcciones de tipo religioso salpican este atractivo espacio, integrándose perfectamente en su entorno. Así, en el valle de Boí podemos ver un conjunto monumental románico que está considerado como uno de los más importantes del continente europeo, entre cuyas obras citaremos, a modo de ejemplo, la Iglesia de Santa María de Taüll o la Iglesia de Sant Climent, edificios de líneas sencillas y de una gran belleza.
