Guadalest es una pequeña población de la comarca de la Marina Baja que no deberíamos dejar de visitar cuando viajemos por la comunidad valenciana, sobre todo cuando lo hagamos por la provincia alicantina. Se halla a tan sólo 23 kilómetros del municipio de Benidorm, lo cual nos será un poco difícil de asimilar cuando lleguemos a ella, por el gran contraste entre una y otra.
En Guadalest su población ronda tan sólo los 200 vecinos, los cuales no hay duda que han sabido sacar provecho de todas las ventajas que el lugar ofrece de una manera inteligente, no tan sólo no estropeando en absoluto ni la propia localidad ni su entorno, sino al contrario, mejorándolo y embelleciéndolo más si cabe.
Cuando uno llega a Guadalest ya se lleva la primera sorpresa cuando le hacen dejar el coche en un gran aparcamiento que hay en la entrada de la localidad, ya que por ella no pueden circular vehículos. Al bajar del coche, un primer vistazo a lo que nos rodea ya nos hace ver que estamos en un enclave bellísimo y hasta podemos decir que majestuoso e imponente.
El mismo aparcamiento en que paramos es un auténtico mirador, y desde él vamos a tener una panorámica excepcional. La localidad se encuentra en un bonito valle, rodeada de cimas como Els Parats o El Morro Azul, que forman parte de sierras como la de Aitana o la de Serrella. Desde el mirador, podremos contemplar bien estas imponentes cumbres, por las que veremos bajar en direccion a la localidad el río Guadalest, que la pasa de largo con sus azules aguas para detenerse enseguida en el Pantano del mismo nombre, situado junto al municipio. Un escenario realmente inolvidable.
Al entrar en el pueblo, la primera impresión que se suele llevar el viajero es la de haber penetrado en un pueblo sacado de un cuento. Los vecinos lo cuidan tanto, en todos sus pequeños detalles, que está impecable, con sus paredes blancas y estrechas, siempre bien pintadas, sus flores de colores todas ellas bien conjuntadas, su limpieza inmaculada, y su placita, con un pequeño chiringuito y desprendiendo un encanto inigualable. Sólo por recorrer la localidad y pasear por ella mientras observamos sus atractivas tiendecitas llenas de artesanía, ya vale la pena el desplazamiento hasta ella. Sin embargo, es muchísimo más lo que el pueblo ofrece.
La población está declarada además Bien de Interés Cultural, muy merecidamente. En su parte más alta, enclavado en la cima de una gran roca, podremos ver su Castillo de San José, que data del siglo XI. Hay aún otro castillo en el pueblo, el de la Alcozalba, también del siglo XI, que se encuentra en ruinas pero que aún conserva una de sus torres. Además podremos visitar el campanario enclavado en la roca más alta de todo el municipio.
La Iglesia está consagrada a Nuestra Señora de la Asunción, y es un atractivo edificio construido en el siglo XVIII. También podremos contemplar otras obras como su prisión, del siglo XII, o una interesante casa nobiliaria del siglo XVII. conocida como Casa Orduña, que alberga una interesante colección de cerámica.
Tanto el pueblo como su entorno natural nos impresionarán, como también su gran oferta cultural, teniendo en cuenta que se trata de una pequeña localidad de 200 vecinos. Porque, además de una interesante Galería de Arte, Guadalest dispone nada menos que de 9 museos.
La galería, conocida con el nombre de El Llavador tiene una exposición permanente de pinturas del artista valenciano Joan Vidal, titulada “Cielos siderales”, además de una atractiva colección de abanicos pintados a mano.
En cuanto a los museos, nos vendrán ganas de verlos todos, ya que algunos de ellos son muy originales y peculiares. Los relacionamos a continuación:
• Museo Etnológico de Guadalest
• Museo Municipal Casa Orduña
• Museo Ribera Girona
• Museo de Vehículos Históricos
• Museo de Belenes y Casas de Muñecas
• Museo de Instrumentos de Torturas
• Museo Microgigante
• Museo de Saleros y Pimenteros
• Museo de Microminiaturas
En este último, por ejemplo, podremos ver cosas tan asombrosas como la Maja Desnuda de Francisco Goya, pintada en el ala de una mosca, o el Guernica de Picasso pintado en una semilla. Por supuesto, podremos verlo a través de potentes lupas.
No podemos olvidar el apartado gastronómico, ya que el pueblo dispone de varios restaurantes, todos ellos con unos fogones que disfrutan de una gran fama, en el que nos elaborarán platos típicos locales como el conejo con allioli, las verduras al horno, los pimientos rellenos, distintos tipos de arroces o la tradicional “olleta de blat”, típica del valle de Guadalest, un guiso hecho con trigo picado, alubias blancas. panceta, costilla de cerdo, acelgas, patatas, y algunos ingredientes más. Como vemos, un plato muy contundente.