El Parque Natural de las Hoces del Río Duratón es un espacio protegido que se ubica en la provincia de Segovia, en el tramo que recorre dicho río desde Sepúlveda hasta que vierte sus aguas en el Embalse de Burgomillodo. Se trata de 25 kilómetros por los que el río, encajonado entre grandes rocas, discurre por un profundo cañón, formado un paisaje de una belleza espectacular.
Es un espacio de gran valor ecológico y medioambiental, así como de un gran valor paisajístico. Sin embargo, las Hoces del Duratón ofrecen aún mucho más, ya que dentro del Parque podemos encontrar también un amplio y valioso patrimonio cultural. Hemos de tener en cuenta que según los estudios realizados y hallazgos arqueológicos encontrados en la zona, este territorio estaba ya poblado en el año 3000 a.C., según consta por cerámicas y pinturas rupestres descubiertas en la zona.
En el Parque encontramos pues varias obras arquitectónicas, un buen legado que la historia ha dejado en este hermoso lugar, siendo una de las más conocidas y emblemáticas la Ermita de San Frutos, situada en el término municipal de la localidad de Carrascal del Río.
Se trata de un antiguo priorato, un conjunto monástico construido en el siglo XIII, de estilo románico. En el punto en que fue levantado había ya una construcción anterior visigótica, que databa del siglo VII. Por lo visto, según se cuenta, este lugar fue elegido por San Frutos, junto con sus dos hermanos, para dedicarse en él a la vida contemplativa.
El enclave en el que se encuentra la ermita es espectacular, al borde de un acantilado y encima de uno de los meandros del río, constituyendo posiblemente uno de los lugares más bellos del Parque, y ofreciendo además desde él una maravillosa panorámica de estas majestuosas Hoces y del cercano embalse. De hecho, la vista que tenemos desde este lugar del Parque es la imagen más conocida y popular del mismo.
Para acceder hasta la ermita, deberemos llegar hasta la localidad de Villaseca, lugar desde el que ya podremos verla asomándose al cañón. Desde este pequeño municipio ya podemos acercarnos hasta el priorato, para lo cual tendremos que cruzar una grieta en las rocas, que es conocida como La Cuchillada, pasando por encima de un pequeño puente que data de mediados del siglo XVIII. La leyenda cuenta que fue el mismo San Frutos quien abrió la grieta para detener el avance de los sarracenos. Antiguamente, antes de la construcción del puente, el acceso se realizaba a través de una escalera tallada en la piedra cuyos restos aún podemos contemplar hoy en día.
Una vez salvada la grieta, enseguida llegaremos a la ermita, no sin antes pasar por los vestigios de lo que en su día fue un monasterio de los benedictinos. En el escenario en el que se enclava el complejo religioso hay también un cementerio, situado junto al acantilado. Hay también una pequeña construcción en la que antaño estuvieron las tumbas de San Frutos y sus hermanos, San Valentín y Santa Engracia, pero que actualmente se encuentra vacía. También encontramos varias tumbas en el interior de la ermita.
Una de las partes más sobresalientes del conjunto es la iglesia, que fue construida a principios del siglo XI. En su interior guarda una valiosa colección formada por 14 capiteles adornados con escenas mitológicas y dibujos de vegetales. Desde principios del siglo XII el lugar estuvo habitado por monjes benedictinos, pero a mediados del siglo XIX, y debido a la desamortización española, tuvieron que marchar, y el lugar empezó a caer en decadencia, a lo que contribuyó un posterior incendio que sufrió el edificio.
A principios de la década de los 90, se creó la llamada Hermandad de San Frutos del Duratón, que vela por la buena conservación del lugar, calificado como Monumento Nacional.
Cada año, el día 25 de octubre, tiene lugar en este Priorato una romería, que se hace en honor a San Frutos, que es el patrón de toda la provincia de Segovia.
Cabe comentar, para quien decida visitar el Priorato, que al inicio del camino que lleva hasta el mismo, muy cerca del puente que encontramos junto a la localidad de Villaseca, tenemos otra de las más bellas obras que podemos encontrar dentro del Parque Natural, y que no deberíamos desaprovechar la ocasión para visitar. Se trata de la conocida como Cueva de los Siete Altares, una cueva natural que tiene un templo cristiano en su interior, que se supone se trata del más antiguo de la provincia.
Se trata de una construcción visigoda que data del siglo VII, lo que podríamos calificar como de “iglesia rupestre”. Hay un altar excavado en la roca, y destaca en el suelo una fosa que se supone era donde se enterraba a los monjes que estaban al cuidado del lugar. De hecho, en esta cueva se han encontrado también restos de herramientas que permiten saber que el lugar estuvo ocupado por el hombre ya en la época del Neolítico.
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