Es una ruta de unos 6,5 Km (ida y vuelta) que discurre paralela al Río Agüeira a lo largo de todo el recorrido prácticamente, en un entorno natural increíble y que finaliza en una preciosa cascada de la Seimeira, de una considerable altura.
Es apta para ir con niños (no con carros), aunque lógicamente hay que andar y te encuentras algunas cuestas arriba (el desnivel de la ruta es de unos 150 metros). Nosotros en concreto fuimos con 2 niños de 4 años y 1 de 8 años y aguantaron bastante bien la ruta, aunque hicimos una parada cuando quedaba un poco para llegar a la cascada en lo que se conoce como el “Valle del Desterrado”, ya que hay unas mesas de piedra para sentarse a comer o tomar algún avituallamiento que lleves contigo, y así hacerla algo más fácil para los más peques.
La ruta comienza en la localidad de Pumares, perteneciente al concejo de Santa Eulalia de Oscos. Hay un pequeño aparcamiento para el coche nada más llegar en un área recreativa con mesas, las cuales pueden servir perfectamente para comer después de hacer la ruta si la haces con tiempo. Con niños se tarda unas 3 horas y sin niños la puedes hacer perfectamente en 2horas y 30 minutos.
Allí mismo te encuentras un cartel con información de la ruta.
Donde te indica que la ruta comienza nada más entrar en el pueblo yendo todo recto y paralelo al Río Agüeira.
Por el camino nos encontramos con un molino restaurado y con algunas “corripas”, construcción típica circular de piedra en la que se almacenaban los erizos y las castañas.
Al cabo de 2 km aproximadamente llegamos al pueblo abandonado de Ancadeira, donde podemos ver los restos de las construcciones que aún siguen en pie.
Llegamos al lugar conocido como el “Valle del Desterrado” donde hay unas mesas de piedra para poder sentarse a descansar o a comer algo. Una vez hayamos terminado continuamos avanzando por el sendero lleno de musgo y vegetación.
Al poco nos topamos con la intersección que por un lado lleva a la población de Busqueimado a 1,5Km y por otro lado a tan sólo 300 metros la Cascada de la Seimera.
Continuamos por la senda de la Cascada de la Seimeria encontrándonos que el camino se vuelve algo más estrecho y pedregoso hasta que por fin podemos ver la Cascada de la Seimeria tras una gran roca plana e inclinada unos 45 grados.
Con mucha cautela y precaución, pude pasar esa gran roca (sólo y sin los niños), para poder visualizar el agua que la cascada depositaba en un pequeño lago.
No pude adentrarme más al ir con los más peques de la casa, pero tenía pinta de haber algún salto más de agua algo más allá, aunque simplemente contemplar este entorno natural durante unos minutos merece mucho la pena.