Uno de los numerosos alicientes que ofrece el Parque Nacional de los Picos de Europa es la de realizar un interesante recorrido por una de las sendas más populares de las muchas que en él encontraremos: la conocida como Ruta del Cares.
Se trata de un recorrido a través del cual podremos contemplar parajes impresionantes y de gran belleza. La ruta, que como su nombre nos indica, sigue el camino del río Cares, tiene lugar por el desfiladero que forma dicho río, conocido también como la Garganta Divina.
Se trata de una excursión de unos 10 kilómetros de ida más otros 10 de vuelta, a pesar de lo cual es un camino que está muy bien señalizado y que no tiene ninguna complicación, por lo que puede realizarlo prácticamente cualquiera. Sí debemos comentar que, a pesar de que el camino tiene una anchura de 1’5 metros, se debe ir con cuidado, ya que a menudo se pasa junto a cortados verticales.
Vale la pena animarse a hacerlo, ya que nos permite ver rincones de gran belleza que forma el mismo río Cares, con sus aguas cristalinas, así como otros canales que veremos precipitarse desde lo alto para unir sus aguas a las de dicho río, hallándonos rodeados en todo momento por las majestuosas e impresionantes cimas de los Picos de Europa, que sobrepasan los 2000 metros de altitud en muchos casos.
La ruta nos permitirá ir desde el Principado de Asturias hasta la provincia de León, ya que empieza en la localidad asturiana de Puente Poncebos, teniendo el final del recorrido en el municipio de Cain, ya en tierras leonesas.
El sendero que deberemos seguir está elevado sobre el río, tratándose en realidad de un camino que fue abierto a mediados del siglo XX en las rocas, en realidad con el objetivo de mantener el canal de alimentación de la central hidroeléctrica de Camarmeña Ruta del Cares – Poncebos. De todas maneras, cabe hacer constar que durante muchos años, los habitantes de estos pueblos, en la época en que las nevadas cubrían sus territorios, era la única ruta de la que disponían para comunicarse.
Puente Poncebos, punto en el que empieza la ruta, se encuentra a orillas del río Cares, en el punto en el que éste confluye con el río Duhe. Es aconsejable, si nos encontramos en temporada alta, dejar el vehículo en uno de los dos aparcamientos que aquí encontraremos, aunque en temporada baja se puede subir hasta el funicular de Bulnes, e incluso si lo deseamos hasta el mismo punto en donde empieza la Garganta. Sin embargo, en temporadas con mucha gente, es muy fácil que no encontremos sitio, por lo que es aconsejable casi no arriesgarse y usar, como hemos dicho, los aparcamientos de Poncebos.
Una vez en el Puente de Poncebos, deberemos seguir el camino que va a la izquierda, que seguiremos durante más o menos 1 kilómetro, hasta llegar al funicular de Bulnes, no sin antes cruzar un estrecho valle por el que discurre el arroyo del Tejo. Esta localidad, Bulnes, no está comunicada con ninguna otra por carretera, disponiendo sólo de dicho funicular. Hay que advertir, ya que muchos viajeros se llevan una decepción por ello, que desde la aldea de Bulnes no se puede divisar el famoso Naranjo, para lo cual se tiene que ir al mirador de Camarmeña, que se encuentra en Puente de Poncebos.
Después de Bulnes, veremos una pista de grava, donde hay una caseta de información en la que nos indicarán el camino que debemos seguir, un camino empedrado y escalonado. Veremos enseguida un cartel que indica las distancias hasta Caín y Posada de Valdeón. Podemos considerar que es el principio de la ruta.
Nos dirigimos pues hacia Cain, y veremos que el terreno empieza enseguida a ganar altura. Posiblemente sea la parte más dura de todo el recorrido, ya que la ascensión es muy pronunciada en este tramo. Tras caminar 2 kilómetros encontraremos unas casas en ruinas, y enseguida iremos a parar a la senda conocida como “Los Collaos”, donde podemos disfrutar un rato del hermoso paisaje que desde allí se nos brinda, que de hecho es el que deberemos recorrer a continuación.
A partir de este momento el camino empieza a descender. Ello será así durante unos 5 kilómetros, hasta llegar al lugar conocido como El Culiembro, donde volveremos a ascender durante los 5 kilómetros que aún nos separan de Cain. Pronto nos adentramos en la Garganta, cuyo nombre de la Divina se debe al hecho de que se debe levantar mucho la cabeza y la vista si queremos ver el cielo cuando nos encontramos en la misma. A partir de aquí el camino es fácil, un paseo lleno de cortados, piedras, canales y barrancos, formando unos parajes espectaculares que nos dejarán boquiabiertos, y pudiendo disfrutar asimismo de una exuberante vegetación, con gran abundancia de sauces, fresnos, hayas, higueras y muchas especies más.
Más adelante podremos contemplar también que las rocas se encuentran excavadas por pequeños túneles, en los que se puede descansar un rato a la sombra. Encontraremos el puente de Bolin, y veremos que la garganta empieza a estrecharse, siendo la vegetación cada vez más abundante y, consecuentemente, con unos parajes cada vez más bellos.
Hallaremos pronto el Puente de los Rebecos, tras lo cual la garganta vuelve a estrecharse formando uno de los escenarios más espectaculares de todo el recorrido, siendo cada vez más abundantes también los túneles. Posiblemente sea también el trozo más fácil de realizar. Seguiremos avanzando paralelamente al río, hasta llegar al llamado Puente de los Pintanos, que cruzaremos, y a 200 metros divisaremos ya Cain, una localidad de una gran belleza, rodeada de majestuosas cumbres como el Jultayu, el Cuvicente, la Torreblanca, la Robliza o la Torre de los Cabritos.
En Cain llega el momento de descansar. Podemos comer en alguno de sus restaurantes a precios más que razonables, y no deberíamos tampoco, antes de dar la vuelta para regresar hacia Puente Poncebos, dejar de degustar alguno de los prestigiosos quesos que se elaboran en las localidades de esta zona.
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