En el atractivo litoral de la comunidad asturiana se encuentra uno de los concejos más privilegiados y pintorescos de los que se sitúan a orillas del Cantábrico. Se trata de Cudillero, que ha sabido conservar el encanto de antaño, a pesar de ser un importante punto de afluencia turística.
Uno de los parajes naturales más bellos que encontraremos en los alrededores de Cudillero es el Cabo Vidio, considerado uno de los accidentes geográficos de más interés de la comunidad de Asturias. Sus acantilados superan los 100 metros de altura, formando un espectacular escenario, de aquéllos que no se olvidan con facilidad, sobre todo si tenemos la suerte de poder contemplar desde este lugar alguna de sus magníficas puestas de sol. Impresionante e imponente es también poder contemplar desde este lugar una tormenta.
Desde el Cabo Vidio podemos disfrutar además de unas vistas majestuosas del litoral asturiano, una panorámica que en días claros nos permite abarcar desde el Cabo de Peñas hasta la Estaca de Bares. Frente a él podemos observar un pequeño islote, conocido con el nombre de El Horrión del Cabo, originado al parecer por un desprendimiento rocoso en el mismo acantilado.
Su faro fue construido a mediados del pasado siglo XX, situándose a 89 metros de altitud sobre el nivel del mar, y junto a él hay dos pequeñas viviendas. Si decidimos acercarnos hasta él debemos tener mucho cuidado, ya que el acceso se hace por un estrechísimo sendero junto a acantilado. Una vez en el mismo, deberemos también ir con precaución de no resbalar, y, sobre todo, no debemos pretender acercarnos en caso de que haya tormenta o un viento fuerte.
Asimismo, los golpes de las olas y el paso del tiempo han erosionado la roca formado en el lugar una singular cueva, cuya forma se asemeja a la cúpula de una iglesia, lo que le ha valido recibir el nombre de La Iglesiona. La podemos visitar durante la marea baja.
Hemos de tener en cuenta que el lugar es peligroso, ya que los acantilados no disponen de ninguna barrera ni de ningún tipo de sujeción, por lo que, además de volver a insistir en la precaución que es preciso tener, aconsejamos no ir acompañados de niños.
En las cercanías de Cudillero podemos aún visitar otro paraje de gran interés, la llamada Turbera de las Dueñas, declarada Monumento Natural.
No cabe duda que son las playas del concejo lo que atraen a tan elevado número de visitantes hasta él, nada menos que 23, todas ellas de una gran belleza, como la Playa Ballota o la Playa Campofrío. Posiblemente, la más destacable sea la conocida como Playa del Silencio, considerada por muchos como la más bella de todo el Cantábrico. El nombre tiene su origen en un peculiar efecto acústico que en la misma tiene lugar, ya que sus acantilados e islotes silencian por completo el ruido del mar, convirtiéndola en un espacio en el que impera el silencio. A pesar de ser una de las playas más concurridas de la comunidad, mantiene todo el aspecto de playa virgen, rodeada de naturaleza.
Este concejo está formado por cuatro núcleos de población: el pueblo de Cudillero, que ostenta la capitalidad del mismo, junto con Vilademar, La Atalaya y Aroncés. Al mismo tiempo, son nueve las parroquias que quedan englobadas en el mismo: Ballota, Cudillero, Faedo, Novellana, Oviñana, Piñera, San Juan de Piñera, San Martín de Luiña y Soto de Luiña. Los habitantes del concejo, repartidos entre todos los núcleos señalados, no sobrepasan los 5500 vecinos.
Destaca su bello litoral, no en balde parte del mismo está declarado Paisaje Protegido, con una gran cantidad de acantilados, y el escenario de los tres montes que rodean el concejo, en la falda de los cuales se emplazan sus viviendas, colocándose talmente como si de un anfiteatro se tratara, deslizándose ladera abajo y asomándose al mar, talmente como desde un balcón.
Sus casas tienen un gran encanto y son sumamente vistosas. Cada una de ellas está pintada con un color diferente, formando un conjunto armonioso y alegre. La costumbre de pintar las casas así en las localidades marineras viene de antaño, y el objetivo era que los pescadores, cuando volvían del mar, pudieran reconocer ya desde lejos su hogar.
Pero Cudillero nos ofrece además un legado histórico muy considerable, entre cuyas obras destaca de manera especial La Quinta de Selgas, un gran palacio de forma rectangular construido en el siglo XIX, y que actualmente aloja en su interior un museo.
Cabe destacar también su Iglesia de San Martín de Luiña, levantada en el siglo XVIII y que guarda tres valiosos retablos de estilo barroco. O la de Santa María de Soto de Luiña, también con unos importantes retablos barrocos del siglo XVIII, y que está declarada Monumento Histórico-Artístico, al igual que lo está también la Casa Rectoral.
Uno de los atractivos que encontraremos en Cudillero es pasear por sus estrechas y empinadas callejuelas, contemplando sus coloridas casas colgantes, y, sobre todo, darnos una vuelta también por su pintoresco puerto, lleno de típicos locales en los que haremos bien en degustar alguna de sus raciones de pescado frito recién sacado de las limpias aguas de su litoral, por supuesto acompañado por un fresco vaso de sidra. Otro punto de interés es su lonja, a la que llegan todos los pescadores con lo conseguido durante la dura jornada en el mar.
