El legado histórico que posee la ciudad de Zamora es de una gran riqueza. El patrimonio arquitectónico que la historia y los siglos han dejado en la misma engloba un sinfín de interesantes monumentos, en forma de iglesias, ermitas, palacios y otras edificaciones de gran valor e interés, especialmente en lo que se refiere a arte románico, como su Catedral o su Iglesia de la Magdalena, entre muchas otras.
Entre las obras más emblemáticas de la capital se encuentra su Castillo, una gran fortaleza que forma parte también del conjunto de edificaciones románicas que en la misma se pueden hallar, y que está declarado Bien de Interés Cultural. Muchos son los historiadores que consideran que esta fortaleza es todo un símbolo de la historia de la ciudad, la construcción que mejor la representa.
Construida encima de una elevación del mismo terreno, y asentado sobre una gran roca, su origen no se conoce con exactitud, habiéndose creído durante mucho tiempo que fue mandado construir por Alfonso II de Asturias. Sin embargo, muchos historiadores mantienen, tras un gran número de estudios llevados a cabo, que fue Fernando I de Aragón quien dió dicha orden, a mediados del siglo XI. Lo que sí podemos afirmar sin lugar a dudas es que se trata de una de las obras más significativas, no sólo de la ciudad sino de toda la comunidad castellano-leonesa.
A diferencia de otras construcciones similares, el castillo siempre tuvo un carácter de fortaleza, es decir, de edificio destinado a defender la ciudad de los ataques externos, no habiendo sido jamás lo que podríamos calificar de “castillo palaciego”. Además, se trataba de un fuerte que era muy fácil de defender, debido especialmente al gran foso que rodea toda la edificación, de una profundidad considerable. Además de dicho foso, destaca también la torre del homenaje, la más alta de las que posee, y que constituía de hecho el último reducto de defensa de la fortaleza.
La planta del castillo tiene forma de rombo, con tres torres, y destacan en el mismo otros elementos como el contrafoso o contraescarpa, que se halla alrededor del foso, o como su patio interior. Cabe hacer referencia a sus muros, que tienen un espesor de más de dos metros. También llama la atención su puerta, que es de arco apuntado. Para dirigirnos hasta la misma se tiene que pasar por un puente, que en su origen fue un puente levadizo.
Esta construcción fue muy importante durante la Reconquista, ya que la ciudad jugó un destacable papel en la misma, pero también durante los siglos que le siguieron. De hecho, a principios del siglo XVIII, en plena época del rey Felipe V, el castillo sufrió importantes reformas, que iban destinadas de manera especial a adaptarlo a los nuevos tiempos, para evitar que quedara obsoleto en referencia a las nuevas tácticas y materiales bélicos, siendo dotado en aquel momento de una importante artillería. Las reformas fueron tan considerables que de hecho podríamos decir que bien poca cosa queda del edificio original.
En la primera década del año 2000 se realizaron importantes trabajos de recuperación en el castillo, concretamente desde el año 2005 al 2009. Actualmente se conserva perfectamente no sólo el perímetro de la fortaleza sino también los muros más importantes, el patio de armas y la torre del homenaje, así como el foso que rodea el edificio, que podemos contemplar casi en su total integridad.
En el interior del castillo se han alojado con el tiempo centros como la Escuela de Arte Superior de Diseño de la ciudad, así como también la Escuela Oficial de Idiomas.
Hoy, aquéllos que quieran visitar el castillo pueden hacerlo sin ningún problema, y no sólo podrán contemplar sus estancias y elementos, e incluso sus almenas, sino también un espacio expositivo que se ha alojado dentro del mismo, el conocido como Museo Baltasar Lobo, donde se pueden contemplar algunas de las esculturas de este artista zamorano, nacido a principios del siglo XX en la pequeña localidad de Cerecinos del Campo.
En el exterior del castillo, aunque anexada a él, podemos además ver una zona conocida como el Parque del Castillo, muy cuidada, formada por unos atractivos jardines en los que hallamos algunos miradores, desde los cuales podemos disfrutar de unas espléndidas vistas de la ciudad y del río Duero, asi como de otras zonas, entre ellas la conocida como Campo de la Verdad, el escenario en el cual tuvo lugar el famoso cerco de Zamora a la muerte del rey Sancho II.
Los horarios para visitar el castillo son, de martes a domingo, de 10’00 h. a 14’00 h. por la mañana, y de 19’00 h. a 22’00 h. por la tarde y noche, permaneciendo los lunes todo el día cerrado.
En cuanto al Museo Baltasar Lobo, su horario de mañanas es el mismo que el del Castillo, de 10’00 h. a 14’00 h., siendo el de tarde y noche de 18’00 h. a 21’00 h., y permaneciendo igualmente cerrado el lunes.
Alojamientos cercanos
Para aquéllos que deseen pasar unos días en estos parajes para conocer el Castillo de Zamora, cargado de historia, así como el resto de su legado histórico, además de la oferta cultural y de ocio que esta bella ciudad ofrece, pero prefieran alojarse en algún establecimiento alejado del bullicio propio de las capitales, aconsejamos en Zamora varias casas rurales situadas cerca de Zamora pero ubicadas en plena naturaleza, lo que nos garantiza el descanso y la tranquilidad.
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