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El turismo desbocado

No, no vamos a hablar de los ‘turistas desbocados’ y los incidentes que cada vez con mayor frecuencia se producen en las poblaciones costeras como Lloret de Mar y otras entregadas a los hooligans de veraneo.

Y es que hay datos más positivos en los que fijarse y sobre los que reflexionar, una crisis económica rampante, con amenaza de doble recesión y la sobreexplotación de comarcas enteras no han impedido al sector turístico español mejorar su negocio con un margen asombroso del 7%.

España ha cosechado 2,5 millones de turistas nuevos en los ocho primeros meses del año, que no sólo han llegado en masa a nuestro país, sino que además se han gastado más dinero. Rusos, holandeses y estadounidenses forman parte de ese impulso. También eventos puntuales como el JMJ han contribuido a inflar las cifras.

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Spain is different, sí, pero la competencia aprieta. Y sin la inversión necesaria, cercenada por la crisis, sin planes a medio y largo plazo, la gallina de los huevos de oro puede agotarse más pronto que tarde. Túnez y Egipto han sido los grandes damnificados en este traspaso de viajeros, pero su situación es temporal.

Croacia, Turquía o Grecia ofrecen también sol y playa, una identidad marcada y un patrimonio importante. En algunos casos, precios aún más bajos. Hay que  preguntarse pues, si la robustez del sector se debe a la actual coyuntura o la tendencia puede convertirse en algo sostenible en el tiempo.

Los turistas baten el récord de gasto en 2011 y a la vez, destrozan los pueblos costeros, se cuelgan de los balcones y acaban con las existencias de sangría. En las islas son legión y han impuesto su idioma en los menús de bares y restaurantes. Entonces, ¿Cuál es el panorama del sector turístico español?

No es tan feo como lo pintan. La marca España lleva varios años de trabajo intensivo y de inversión decidida a la publicidad en el origen. Visit Spain, el Instituto Cervantes, la familia real, deportistas y el mundo del arte contribuyen a construir una imagen alejada de la paella y los toros. Hasta la primera dama Michele Obama ha aportado su granito de arena.

La fórmula del éxito

Sin duda pasa por mantener los tópicos –nadie abandonaría Italia sin comer pasta o pizza- pero esto no tiene por qué significar una degradación de nuestra oferta. Se debe atajar el turismo destructivo que en el balance final deja más gastos que beneficios, degrada la imagen de ciudades y pueblos, que no respeta y no se interesa por la identidad del país que visita.

Sólo discotecas y algunos bares obtienen rentabilidad real de los jóvenes europeos que contratan el paquete del desmadre. Muchos ya están borrachos antes de aterrizar en el aeropuerto, que pregunten en Ibiza.

Mantener la promoción, incorporar las nuevas tecnologías y mantener la relación calidad-precio actual (muy buena en comparación con nuestros vecinos europeos, por cierto) puede ser el camino. El vuelo-botellón desde luego que no.

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