La provincia de Cádiz es sin duda un destino ideal para explorar durante un fin de semana o unos días de vacaciones, ya que dispone de un litoral maravilloso, con bellísimas playas y pueblos marineros carismáticos y que desprenden un gran encanto.
Sus parajes de interior no se quedan a la zaga, con espacios protegidos que gozan de un gran atractivo, como lo ofrecen también sus pueblos, muchos de ellos integrados dentro de la conocida Ruta de los Pueblos Blancos.
Uno de los pueblos más llamativos e interesantes de esta provincia, muy recomendable de visitar por su peculiar estructura y arquitectura, entre otros motivos, es Setenil de las Bodegas, una localidad ubicada al nordeste de la provincia, en la Comarca de la Sierra de Cádiz.
El censo de esta atractiva población no alcanza los 3000 vecinos, siendo un pequeño y tranquilo municipio que forman parte de la anteriormente mencionada Ruta de los Pueblos Blancos, y cuyo entorno natural es impresionante, hallándose entre los hermosos parajes del Parque Natural de la Sierra de Grazalema, un importante destino turístico gracias a sus bellos escenarios.
Sin embargo, lo primero que llama la atención de la localidad es la misma construcción y entramado de sus calles y de sus casas, y la original disposición de las mismas, una parte de las cuales han sido construidas en el interior de las rocas, mientras que la otra parte se han dispuesto encima de las mismas, creando de esta manera diferentes niveles de altitud y dotando al pueblo de una imagen muy diferente a la que estamos acostumbrados y, al mismo tiempo, de un aspecto muy atractivo.
La localidad se halla a una altitud sobre el nivel del mar de 640 metros, extendiéndose por la ladera de una colina de tal manera que va siguiendo en su bajada el curso del río Guadalporcún, que la atraviesa, y que forma en la parte baja un impresionante tajo en las rocas, que los vecinos han aprovechado para hacer sus casas. No se trata de viviendas excavadas en las rocas, como podemos ver en algunos otros tipos de construcciones como las casas-cuevas, sino que simplemente se han aprovechado los huecos creados por el río para instalar en ellos sus viviendas, con un resultado bello y espectacular.
Los aficionados a las rutas tienen en la zona un gran número de posibilidades, además de la de llevar a cabo la ya mencionada Ruta de los Pueblos Blancos. Entre las más interesantes y aconsejables, debido a los impresionantes rincones que nos permitirán contemplar, se encuentra la Ruta de los Molinos, un recorrido a lo largo del Arroyo de Alcalá, un afluente del río Guadalporcún, durante el cual encontraremos en nuestro camino dos atractivos y antiguos molinos de cereales, así como una almazara de aceite. Y entre los bucólicos parajes que podremos observar, uno de los más bonitos es el conocido con el nombre de Salto de la Molinilla, un atractivo salto de agua, como su mismo nombre nos indica.
Otra de las mejores rutas por las que podemos optar es la llamada Ruta de los Escarpes del Río Trejo, un espacio que podemos calificar sin exagerar de una belleza sublime, lleno de cuevas, de barrancos y de saltos de agua, como el que hay en el llamado Molino del Bazán. Muchos son los rincones con encanto que iremos encontrando en nuestro recorrido, siguiendo la orilla del río Trejo, en una zona donde podremos observar también las curiosas formaciones geológicas que el tiempo y la erosión de las aguas del río han ido formando en el lugar.
El Parque Natural de la Sierra de Grazalema es famoso por la belleza de sus parajes, un espacio ideal para las excursiones o los paseos relajados, contemplando la riqueza de su fauna y de su flora o el atractivo de sus múltiples escenarios, como la Garganta Verde, el valle del Río Guadiaro, la Sierra de la Silla, los Llanos del Republicano, el Cerro de Travizna o la Cueva del Gato, una de las más importantes de toda la comunidad, con agua permanente y una gran abundancia de simas, sifones y lagos, un verdadero paraíso para los aficionados a la espeleología.
Si el patrimonio natural es impresionante, el legado arquitectónico que encontraremos dentro de la localidad no le va a la zaga. La historia ha dejado una profunda huella en este municipio, en el que, paseando por sus estrechas y empinadas calles, muchas de ellas cubiertas por las mismas rocas en que están introducidas, podemos ver construcciones como la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, del siglo XV y de estilos mudéjar y gótico, las Cuevas de San Román, del siglo XVI, o sus cuatro ermitas, la de San Sebastián y la de San Benito, ambas del siglo XVI, y las de Nuestra Señora del Carmen y Nuestra Señora de la Concepción, éstas del siglo XVIII. También podremos ver algunos puentes, como el de la Villa y el de la calle Triana, ambos del siglo XV, y el de la calle Ronda, construido este último en el siglo XVIII.
Sobresale además la Fortaleza Nazarí del siglo XIII, con una gran muralla y unas 40 torres, además de otros elementos como su torre del homenaje o sus baños.
No podemos dejar de mencionar la tradición artesana de la localidad de Setenil de las Bodegas, especialmente en lo que se refiere a la cerámica, la forja, la cantarería y la carpintería de muebles. Como tampoco podemos omitir otro de los atractivos del municipio, su gastronomía, compuesta por una serie de platos tradicionales que no debemos dejar de degustar durante nuestra visita en alguno de sus prestigiosos establecimientos. En ellos podremos optar por algunas de sus recetas más típicas, como las migas de pan, las habas guisadas, las sopas cortijeras, los cocidos, el gazpachuelo, los revueltos de espárragos y los embutidos.
Setenil no le dejará indiferente, por cuanto, a cada paso descubrirá algún rincón o paisaje aún más sorprendente, si cabe.
Os esperamos.