Casas rurales en Lanzarote

seis localidades más. Se la conoce también con el nombre de “isla de los volcanes”, debido a la gran cantidad de territorio volcánico que hay en ella.

Lanzarote es una isla de paisajes impactantes y de gran belleza, empezando por sus playas, uno de sus reclamos principales para el turismo. Su litoral, lleno de pequeñas calas y amplios arenales, es un reclamo para el viajero, que encuentra en el mismo un gran número de atractivos rincones para disfrutar de la playa sin aglomeraciones ni bullicio, teniendo todos ellos en común la calidad de sus aguas, quietas y transparentes. Entre ellas destacan algunas que muchos consideran de las más bellas de Europa, como la Playa del Caletón Blanco, la Playa de Quemada o la Playa de Guacimeta.

Sin embargo, Lanzarote no es sólo sol y playa, sino que posee una gran cantidad de recursos naturales y espacios protegidos, siendo su interior de una enorme riqueza y variedad paisajística. Además, sus peculiaridades hacen de la isla un espacio único, con sus mares de lava y extensiones de tierra volcánica contrastando junto a sus campos de cultivo.

Uno de los espacios protegidos de Lanzarote es el conocido como zona de Timanfaya, todo ello zona volcánica, en cuyo centro se enclava el Parque Nacional de Timanfaya, donde encontramos gran cantidad de extensiones de lava y más de 25 volcanes. En él se encuentran asimismo las Montañas del Fuego, declaradas Monumento Natural.

Otra zona de gran belleza, situada al norte de la isla, es el macizo montañoso de Famara-Guatifay. En él encontramos la máxima altura de la isla, las Peñas del Chache, de 670 metros, que, a través de un abrupto acantilado que lleva el nombre de Risco de Famara, van a dar al mar, formando un escenario de gran belleza.

Muy singulares son también otros parajes, como el Jable, el Volcán de la Corona o el Macizo de los Ajaches.

En cuanto a sus poblaciones, todas ellas ofrecen un gran atractivo al visitante, empezando por su capital, Arrecife, a orillas del mar, y en la cual destacan parajes como el Charco de San Ginés, un entrante del mar en el municipio. Cabe destacar también los dos puertos de que consta la localidad, el de Naos, que es el pesquero, y el de los Mármoles, que es el que podemos considerar comercial. Asimismo, el municipio dispone de un interesante patrimonio, como el Castillo de San José y el Castillo de Gabriel, o la Iglesia Parroquial de San Ginés Obispo.

La gastronomía de la isla está muy basada en los pescados y mariscos, quizás más que el resto del archipiélago, aunque pesan también los productos agrícolas, especialmente los de secano, y la carne, especialmente la de cabra.

Podemos señalar platos propios de su recetario, muy populares, como el caldo de pescado, el salpicón de pulpo, las jareas, las papas arrugadas con mojo, el puchero y el gofio canario o el asado de cabrito.