Los pueblos medievales de Girona son tesoros históricos que parecen haberse detenido en el tiempo y que comparten características: calles empedradas y laberínticas, murallas centenarias y fortificaciones, iglesias góticas, casas señoriales y arquitectura típica que cuenta historias de épocas pasadas. La provincia de Girona es uno de esos territorios donde descubrir la magia de la Edad Media.
A continuación, te ofrecemos una ruta por los pueblos medievales más bonitos de Girona distribuidos, principalmente, por el interior de la provincia, pero algunos no muy lejos de la capital. Estos tesoros históricos ofrecen un escape perfecto para aquellos que buscan sumergirse en la rica herencia medieval de la región.
Pueblos medievales de Girona
Peratallada (Baix Empordà)
Este pueblo medieval está en a ubicación perfecta: a solo 40 kilómetros de Girona y cerca de la Costa Brava. Pertenece al municipio de Forallac, en plena comarca del Bajo Ampurdán). Su buena conservación lo ha convertido en uno de los pueblos más bonitos de Cataluña, no únicamente de su provincia.
Sus calles adoquinadas y las casas de piedra te hacen sentir como si estuvieras en un set de película medieval. La entrada ya impresiona gracias al portal de la Virgen y al antiguo puente que en su momento fue levadizo y que conserva el foso.
El castillo de Peratallada es la principal muestra de arquitectura medieval del pueblo junto con su muralla, pero tampoco hay que saltarse la visita a la iglesia de Sant Esteve, un edificio románico con una portada muy curiosa.
Besalú (La Garrotxa)
Esta joya medieval recibe a los visitantes con su impresionante puente románico del siglo XI y su antigua entrada al pueblo. Se accede directamente al barrio judío, fácilmente reconocible por su estilo, hasta llegar a la plaza Mayor.
El centro neurálgico de Besalú está protagonizado por el monasterio de Sant Pere, por su iglesia románica y por el hospital de San Julià. Recorriendo las callejuelas estrechas y empedradas, típicas del trazado medieval original, se pueden descubrir joyas del gótico catalán como la casa Cornellá.
Además, su entorno ayuda a que su encanto crezca, pues al estar en pleno prepirineo gerundense y en su comarca, no hay que perderse el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, el mejor exponente del paisaje volcánico de la Península Ibérica.
Pals (Baix Empordà)
Pals es un hermoso pueblo medieval que se encuentra en una colina con vistas al mar Mediterráneo, en plena Costa Brava. Así que sí, conserva todo su encanto medieval y, sube la apuesta al incluir playas y mucho ocio.
El castillo de Pals sería el ejemplo perfecto de fortaleza medieval si no hubiese sufrido tanto las consecuencias de la guerra civil catalana. Aun así, conserva vestigios interesantes que visitar antes de comprobar que la iglesia de Sant Pere fue reconstruida con material del castillo. También hay que ver Ca la Pruna, una casa fortificada; la plaza Mayor con el Ayuntamiento; las sepulturas de la carrer Major y el Pedró con vistas al entorno.
Ese entorno natural está protagonizado por las playas Gran y Grau, el mejor lugar para descansar tras la visita a uno de los pueblos medievales más bonitos de Girona. La costa es donde se concentra todo el ocio moderno del pueblo.
Castelló d´Empúries (Alt Empordà)
Este pueblo está formado por el núcleo de población medieval y por la marina residencial de Ampuriabrava. Centrándonos en su historia, el municipio cobra especial relevancia en la Edad Media cuando los condes de Ampurias trasladan aquí su residencia y la capitalidad del condado. A partir de ese momento, su patrimonio empieza a crecer.
Por eso, el trazado medieval de la villa está protagonizado por la iglesia románica de Santa María que se consagró ese mismo año. Después, los Reyes Católicos expulsaron a los judíos y poco se ha conservado de su barrio. Sin embargo, sí se pueden seguir apreciando sus plazas porticadas, sus múltiples conventos (Santo Domingo, Santa Clara…) y sus casonas como la Casa Gran.
Y si hay algo que acompaña a la belleza de su casco histórico es su entorno natural formado por el Parque Natural de los Aiguamolls de l´Empordà. Estas marismas forman uno de los espacios protegidos más importantes de Cataluña por su belleza y por la riqueza de sus ecosistemas.
Castellfollit de la Roca (La Garrotxa)
Castellfollit de la Roca es un lugar único, de película, ya que ha sido construido sobre un acantilado basáltico de más de 50 metros de altura. Solo por eso, bien merece una visita pero, además, se encuentra dentro del Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa y conserva todo su trazado medieval original.
Sus calles estrechas y empinadas, junto con la iglesia de Sant Salvador y su torre, ofrecen una vista impresionante de este entorno natural singular. De hecho, al final de ese acantilado está el mirador sobre el río Fluvià que es el punto final perfecto tras descubrir todo su encanto.
Palau-Sator (Baix Empordá)
Palau-Sator es un pequeño pueblo medieval que sorprende por su arquitectura bien conservada. Es más, desde la carretera, antes de llegar, ya se pueden apreciar sus vestigios medievales. Lo mejor de todo es que, pese a ser uno de los pueblos medievales más bonitos de Girona, es también un desconocido sin apenas turistas.
Se accede a su casco histórico a través de la torre de las Hores, llamada así por tener un reloj en lo alto, a 20 metros. Y aunque esta estrada al recinto fortificado ya es un gran ejemplo de pueblo medieval, lo más significativo de la época es el castillo de Palau-Sator. También se puede visitar el monasterio de San Esteban de Bañolas y la iglesia de san Julián de Boada.
Beget (Ripollès)
Hace años que Beget no es un municipio independiente, ya que se agregó a Camprodón, pero sigue siendo uno de los pueblos más bonitos de España gracias a su esencia medieval. Lo más llamativo de esta localidad es que está claramente dividida en tres partes por dos arroyos, por tanto, esas partes también están unidas por dos puentes románicos.
Sus calles son un ejemplo de la Edad Media porque sus casas se asientan sobre la roca con sus paredes de mampostería de piedra. De hecho, se conservan incluso algunos edificios de mortero de cal y barro con ventanas de madera y tejados de teja árabe. Su monumento más destacado es la iglesia de San Cristóbal con su torre visible desde cualquier punto.
Monells (Baix Empordà)
Monells es un pequeño pueblo de Girona que saltó a la fama hace unos años por ser el plató al aire libre de la película española “Ocho apellidos catalanes”. Salir en el cine solo hizo que el pueblo se conociese más, ya que su encanto permanece intacto desde la Edad Media.
Sus calles estrechas y empedradas terminan en la bonita plaza de Jaime I, una gran explanada con arcadas de piedra y enredaderas desde donde comenzar la visita al pueblo. Tampoco hay que perderse la plaza de l´Oli y el mirador del castell.
Como curiosidad, esta localidad pertenece al municipio de Cruïlles, Monells i Sant Sadurní de l´Heura, uno de los nombres más largos de Cataluña.
Peralada (Alt Empordà)
Peralada no solo atrae turistas por ser uno de los pueblos medievales más bonitos de Girona, también lo hace por su extensa historia vinícola que permite conocer viñedos, visitar bodegas y realizar catas de caldos y cavas autóctonas.
Más allá de eso, Peralada posee el mejor ejemplo de castillo medieval, el edificio que cualquiera se imagina al pensar en una fortaleza de la época. Fue el hogar de los condes de Peralada, alberga el casino más famoso de Girona y está tan bien conservado que cada año acoge la celebración del Festival de Peralada dedicado a la música.
Además, por su casco urbano de trazado medieval se pueden descubrir joyas como la iglesia románica de San Martín, los restos de las murallas, el claustro de Santo Domingo y el convento del Carmen con su interesante museo que guarda una de las colecciones de vidrio más importantes del mundo.
Santa Pau (La Garrotxa)
El pequeño pueblo de Santa Pau no solo es un gran ejemplo de villa medieval, también destaca por su entorno natural, ya que está en el corazón del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa.
No hay nada mejor que comenzar la visita a Santa Pau en su plaza Mayor porticada o Firal dels Bous. Desde ese punto, solo hay que pasear sin rumbo por sus calles empedradas hasta descubrir el castillo de Santa Pau y sus vistas sobre el valle del Ser (los días despejados también se ve la costa).
Otras cosas que ver en Santa Pau son iglesia románica de Santa María, su monasterio y sus santuarios. Además, no hay que irse sin probar una variedad de alubias llamada fesols y sin aprovechar el entorno para conocer el volcán de Croscat o la Fageda d´en Jordà.
Madremanya (Gironès)
Como buen pueblo medieval, Madremanya es otro tesoro medieval de Girona situado sobre una colina a los pies de la sierra de les Gavarres. Su casco histórico ha pasado desapercibido durante siglos y, seguro, ha sido uno de los principales motivos por los que se conserva tan bien como para ser uno de los pueblos medievales más bonitos de Girona.
Su casco urbano conserva el trazado de la Edad Media con calles empedradas, arcos y casas de piedra. Su iglesia románica de San Esteve es un punto de referencia, ya que el castillo de Millàs es una propiedad privada.
Vulpellac (Baix Empordà)
Vulpellac es un pequeño pueblo que pertenece al municipio de Forallac. Pese a su reducida extensión, destaca por su casco urbano declarado Bien de Interés Nacional en la categoría de Conjunto Histórico.
Todo gira en torno al conjunto que forman el castillo-palacio con la parroquia. La fortaleza del siglo XVII se puede visitar para comprender el esplendor de la Edad Media. Justo al lado, está la iglesia de Sant Julià y Santa Basilissa. Pero su carácter medieval está a cada paso, en cada una de sus calles empedradas y en cada casa tradicional catalana.
Mapa pueblos medievales Girona
